Chillida-Leku
dijous, 26 de setembre del 2013
Un día soñé una utopía: encontrar un espacio donde pudieran descansar mis esculturas y la gente caminara entre ellas como por un bosque.” Eduardo Chillida
En Chillida-Leku, la utopía se convirtió en realidad. La historia comenzó en 1983, cuando Eduardo y Pilar visitaron Zabalaga por primera vez, invitados por sus anteriores propietarios. Enamorados del viejo caserío del siglo XVI, lo fueron trabajando con la ayuda del arquitecto Joaquín Montero. La reconstrucción se hizo con calma, escuchando al edificio, hasta convertirlo en la escultura más significativa del lugar.
Eduardo Chillida (San Sebastián, 1924-2002) comenzó sus primeros pasos artísticos en Madrid en el Círculo de Bellas Artes, y de allí viajó a París, exponiendo muy pronto en la galería Maeght.
Pero fue en el País Vasco donde contactó con sus raíces y halló un lenguaje propio. Recibió innumerables premios y reconocimientos por su trabajo y su obra se encuentra en museos y plazas de ciudades de todo el mundo. Cuenta con una extensa producción en diversos materiales y técnicas. Desde las obras más pesadas y voluminosas en hierro o granito, hasta las ligeras piezas de papel, todas contienen la expresión inconfundible del escultor, basada en el eterno diálogo entre la materia y el espacio.
